“Toda
persona tiene derecho al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal
y familiar así como a la voz y a la imagen propias”
(Constitución de la República, Título I, capitulo
I, Art. 2º, inciso
7)
El caso de Yahaira Plasencia, abre nuevamente el
debate de dónde hemos colocado los límites a la prensa chismosa en nuestra
sociedad o mejor dicho dónde terminan los derechos de estos deleznables
“reality shows”, “programa-odios” de T.V. que a pesar de estar prohibidos en
otros países vecinos han vuelto junto con Beto Ortiz y Latina T.V. a nuestro
país, generando toda clase de pasiones que van desde el morbo histérico y las
lágrimas hasta el odio y el repudio. Prohibidos en otros países porque se
nutren del circo y del escarnio a expensas de muchas reputaciones honorables,
pagando dinero a sus invitados por hacer quedar mal a alguna celebridad. Esta
televisión chatarra, transmitida en vivo a través de la T.V., utilizando
siempre a un tercero culposo, el “invitado”, transgrede indudablemente un
derecho fundamental de la persona humana, como es el derecho al honor y a la
intimidad.
¿Pero quien es Yahaira Plasencia?. El domingo 9 de
octubre, en el programa de ATV conducido por Pamela Vertiz, dentro de un
reportaje grabado fuera del set, pudimos ver a esta chica de 22 años, llena de
sueños, de éxitos y tal vez de algunos tropiezos como es normal en cualquier joven
de su edad. Más somos sus admiradoras que sus detractoras ya que nadie a los 22
años hubiera sido capaz de soportar los ataques en carga montón que la cantante
de salsa ha sido capaz de soportar de parte de ciertos medios de comunicación a
lo largo de todo el último año. Y todo esto ocurre desde que se hizo novia del
famoso futbolista, Jefferson Farfán. Como si buscaran castigarla por esta
relación sentimental y romper su compromiso, la campaña mediática en su contra
se vio intensificada a lo largo de este último mes, por culpa del programa de
Beto Ortiz, “El valor de la verdad” de Latina T.V.
¿Es posible abusar del derecho a la libre expresión para
acosar, perseguir, calumniar, difamar y por último “vender” socarronamente una
“historia” que pertenece únicamente a la intimidad de una joven que goza de
igualdad de derechos que cualquier otro ciudadano y ciudadana y que en lugar de
defenderla, otras mujeres la hayan criticado y le hayan hecho una auténtica
cacería de brujas, insultándola incluso en la calle?; ¿pero si el calumniado de
infiel hubiera sido su novio, entonces el mal hubiera sido menor y el veneno
más dosificado?. ¿Qué está pasando con nosotras las mujeres peruanas que más
fácilmente perdonamos el error en un varón que cualquier falta en otra mujer?
Todo esto solo comprueba que el machismo es igual de
fuerte o más en las mujeres peruanas que en los varones. Una chica que tiene
fama, dinero, éxito, juventud y belleza no puede atreverse a dar un paso en
falso porque la sociedad se la come frita y en primer lugar: el resto de las mujeres.
El hombre que haga lo que le de la gana y todos nos reímos porque para eso es
hombre. ¿Será un poco esa la filosofía?. ¿Acaso nos hemos fijado por un segundo
en la bajeza de un tipo que es capaz de vestirse, salir de su casa, ir a un
programa de T.V., hacer declaraciones acerca de la intimidad de alguien que hasta
ese momento era su amiga y encima recibir dinero por declaraciones más que comprometedoras?.
¿Declaraciones que vulneran el honor y la buena reputación de una cantante que
se encuentra en todo su apogeo?. Felizmente hay caballeros que sí se ocuparon
de escribirle algunas verdades a este sujeto, cuyo nombre no mencionaremos, lo
que se merecía en las redes sociales. Sorprende que no haya habido un grupo de
mujeres, las supuestas “feministas” protestando por la vulneración a los derechos
de la antes llamada “reina del Toto” y por la campaña sucia emprendida viciosamente
en su contra en los diarios y en algunos canales de televisión, durante todas
las noches y mañanas que siguieron a la emisión del mencionado programa. Tal vez sea
porque no había la posibilidad de recibir ninguna financiación internacional
por la defensa de los derechos de una única artista.
Así como los gays
defienden su honor y su identidad marchando por las calles y diciendo que no
tienen vergüenza de ser gays, ya es
hora que las mujeres peruanas marchemos por las calles también, no solo para
exigir un alto a la violencia y al maltrato físico por parte de los hombres,
sino y sobre todo también para exigir el respeto dentro de la sociedad de
nuestros derechos sexuales y del derecho a nuestra intimidad. El derecho a decir que no a un jefe que nos
acosa sexualmente a cambio de un favor laboral. El derecho a decir que no al
esposo cuando no deseamos tener relaciones con él. El derecho a tener mil o
ningún amante y que la sociedad, en especial las mujeres no nos señalen con el
dedo de raras ni de zorras, ya que la mujer tiene el derecho a elegir si quiere
ser esposa o no; si quiere ser madre o no; y si no quiere ser de nadie también.
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